Un interesante estudio reciente, muestra cómo existe una tendencia a la secularización generalizada en el mundo (Stolz, J., de Graaf, N.D., Hackett, C. et al. The three stages of religious decline around the worldNat Commun 16, 7202 (2025). https://doi.org/10.1038/s41467-025-62452-z). Resulta novedoso porque, anteriormente, se consideraba que esa tendencia era privativa del cristianismo, especialmente en Europa Occidental. Otras regiones del mundo o religiones no la experimentarían. Por el contrario, los autores de esta investigación, realizada en más de 100 países, de tradición religiosa cristiana, musulmana, judía, budista e hinduista, concluyen que el declive de la religiosidad es generalizado.

El descenso de la religión se observa en lo que denominan “la secuencia Participación-Importancia-Pertenencia (P-I-B).” La religiosidad se “mide” según esos tres indicadores: participación regular en ceremonias religiosas de culto en primer lugar, considerar a la religión como una dimensión importante en la vida en segundo término y, finalmente, considerar que se pertenece a un determinado grupo religioso.

Una vez establecidos estos tres parámetros: participar en ceremonias religiosas, considerar a la religión como un elemento importante en la propia vida y tener sentido de pertenencia a un determinado grupo religioso, se hace una segunda distinción, analizando estos tres indicadores en dos públicos diferentes: personas mayores a 40 años y menores de esa edad.

Una vez establecidos estos márgenes de análisis, se obtiene una secuencia lógica en ese proceso de secularización, que se manifiesta en tres estadios diferentes: países con alta religiosidad, países con religiosidad intermedia y, finalmente, países altamente secularizados.

Según este análisis, en los países con alto grado de religiosidad se empieza a manifestar una progresiva reducción en el porcentaje de asistencia a los servicios religiosos, pero permanece consistente la consideración de la religión como algo importante en la vida, así como el sentido de pertenencia. Los países que se encuentran en medio de la tabla, es decir, con religiosidad intermedia, experimentan un descenso de la religión en los tres niveles: participación en las ceremonias religiosas, considerarla importante para la vida y, por último, sentirse parte de ella. Finalmente, los países con un proceso de secularización avanzado, prácticamente no tienen participación en las ceremonias religiosas, no consideran a la religión como algo importante en su vida, al tiempo que decrece marcadamente el sentimiento de pertenencia a alguna religión.

En todos los indicadores, lamentablemente, se observa un proceso de secularización más acendrado en las personas menores de 40, que en los mayores de esa edad. De manera que el futuro de la religiosidad no es para nada alentador. Es decir, los primeros en reflejar un descenso en la tasa de religiosidad son los jóvenes y esto se ve no sólo en los países tradicionalmente cristianos, sino también en los musulmanes, budistas o hinduistas.

De todas formas, el estudio hace dos observaciones interesantes, que muestran una cierta flexibilidad en el modelo que proponen. Los países postcomunistas del este de Europa no siguen las previsiones de este esquema. Los autores de esta investigación explican este fenómeno diciendo “que la historia específica de un pasado comunista con represión estatal y una crisis social en 1990 ha llevado a un auge nacionalista-religioso transitorio que actualmente enmascara la tendencia de transición secular más prolongada.”

En segundo término, afirman que no necesariamente se observará inmediatamente un decrecimiento de la religión en todos los escenarios, pues “los países con una puntuación baja en el índice de desarrollo humano (IDH) son más religiosos, presentan tasas de fertilidad más altas y su población crece a un ritmo superior al promedio. En consecuencia, a corto y mediano plazo, la religiosidad podría aumentar a nivel mundial, ya que los países más religiosos representan una proporción cada vez mayor de la población mundial. Sin embargo, si la transición secular descrita aquí continúa, el mundo experimentará un declive en las creencias y prácticas religiosas a largo plazo.”

Ángelus de Dalí

En cualquier caso, el mérito del estudio está en mostrar que el descenso en la práctica religiosa no es exclusivo del occidente desarrollado, sino que se observa en todos los continentes y en todas las religiones; así como el inquietante dato de que ese proceso se acentúa en las personas menores de 40 años. Para los católicos debe representar un foco de alarma, pues el adormecimiento espiritual es progresivo y poco perceptible, pero comienza, en cualquier caso, con abandonar la práctica de asistir a la Misa dominical. Es el primer paso de un tobogán que termina con la pérdida de la fe. Lamentablemente, después de la pandemia del COVID-19, donde se suspendieron las ceremonias religiosas, mucha gente ya no retomó la práctica de la asistencia a la Misa dominical. Una prioridad pastoral de la Iglesia es, en consecuencia, promover decididamente entre los católicos la asistencia a la Misa los domingos.