No dejan de tener cierto sabor “providencial” las similitudes existentes entre las muertes de san Juan Pablo II y Francisco. Pareciera que la Providencia quisiera marcar, en cierta forma, las similitudes entre ambos pontífices, igualmente carismáticos, como si la historia se repitiera con 20 años de diferencia.

Para ambos papas su última aparición pública fue el domingo de resurrección, la principal fiesta litúrgica del año. En ambos casos esta aparición estuvo precedida por una o varias estancias en el Policlínico Gemelli, el hospital del Vaticano. Tanto Wojtyla como Bergoglio pasaron cierto tiempo internados en la clínica antes del desenlace final. Es inolvidable la escena en la que san Juan Pablo II intenta saludar a la multitud reunida en la Plaza de san Pedro, para dar la bendición en el día de Pascua, sin poder hacerlo en voz alta debido a la traqueostomía que tenía. De manera análoga, Francisco pudo dirigir algunas pocas palabras con sumo esfuerzo, pidiéndole a una persona que leyera su mensaje pascual. En el caso de Francisco, él sí tuvo la suficiente energía para dar una última vuelta por la plaza con el “papamóvil.” Pero en ambos casos, su última aparición pública fue en el domingo de Pascua.

San Juan Pablo II murió la víspera de la fiesta de la Divina Misericordia, fiesta litúrgica instituida por él mismo, a la que tenía una particular devoción. Los funerales de Francisco fueron la víspera de la Divina Misericordia. Ambos papas reunieron en la Plaza de san Pedro a lo más granado de las autoridades civiles y religiosas del mundo con motivo de su funeral, mostrando ello, de alguna forma, el reconocimiento que el mundo civil le daba a su actividad religiosa

Los dos papas murieron en la “semana de pascua”, el octavario con el cual la Iglesia celebra solemnemente la alegría de la resurrección de Jesús. Es decir, murieron en medio de un clima litúrgico de inmensa alegría, como si la Providencia no quisiera que nos pusiéramos tristes por su causa, sino que, por el contrario, nos llenáramos de alegría por su partida a la casa del Padre. Curiosamente, en ambos casos, la homilía de su Misa de funeral, tuvo semejanzas. En las dos ocasiones, como mandan las rúbricas, la Misa fue presidida por el Cardenal Decano del Colegio Cardenalicio; los cardenales Ratzinger y Re respectivamente. Los dos cardenales, en su homilía, recordaron el último saludo de los pontífices fallecidos, en la plaza de san Pedro. Ambos hicieron mención a que ahora nos bendicen desde la “casa del Padre”.

Ambos papas fueron muy devotos de la Divina Misericordia y de la Virgen María. San Juan Pablo II eligió como lema pontificio “Totus tuus” (“Todo tuyo”), refiriéndose a la Virgen. Francisco, por su parte, pidió ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en vez de el Vaticano. Francisco, además, tenía la costumbre de visitar dicha basílica antes y después de sus viajes pontificios. La visitó por última vez al salir del policlínico Gemelli, después de su larga convalecencia.

En cualquier caso, parece como si la Providencia quisiera “hermanar” a los dos papas, ambos pontificados. Los dos fueron marcadamente revolucionarios en cuanto a los protocolos vaticanos y la forma de ejercer el papado. Los dos acercaron la figura del pontífice a la gente. Ambos tuvieron un marcado carisma y dejaron una honda impronta en la Iglesia y en el mundo, de la cual dieron fe sus ceremonias exequiales. De alguna forma Francisco fue heredero de san Juan Pablo II y también como “su creación”. En efecto, fue san Juan Pablo II quien primero hizo obispo a Jorge Mario Bergoglio y más tarde lo creó cardenal, abriéndole así el camino hacia el Papado. Por su parte, el papa Francisco fue el que canonizó a san Juan Pablo II, convirtiendo de esa forma su culto en universal.

Mucho se ha hablado de las diferencias entre ambos papas y entre los dos pontificados. Hay quienes los quieren ver en clave antitética incluso, enfrentados en forma dialéctica. Y, sin embargo, parece que la Providencia quiere subrayar, a través de estos hitos, más sus semejanzas que sus diferencias. Mostrando así, misteriosamente, su continuidad, en medio de los diferentes estilos. Una última coincidencia es que ambos papas fueron pontífices del jubileo. San Juan Pablo II del jubileo del año 2000, que felizmente pudo culminar; Francisco del jubileo del 2025, que dejó apenas incoado.  Esperemos que ambos, desde el Cielo, sigan intercediendo por la Iglesia, especialmente por la unidad de la misma.